Rivera Garza nos sitúa en un momento histórico condicionado por el éxtasis del capitalismo tardío y la parálisis de una crítica cultural que, como dejara escrito Walter Benjamin, ha olvidado que en tiempos convulsos son necesarios textos igualmente convulsos.

 La obra entera de Rivera Garza se propone revelar este lenguaje; construirlo, si es necesario.

Si pensamos que hace diez años aún no existía la palabra feminicidio, qué decir de hace treinta, cuando sucedieron los hechos aquí relatados. 

Partiendo de la necropolítica y del concepto de horrorismo contemporáneo planteado originalmente por la pensadora italiana Adriana Cavarero, la autora apela, desde un contexto mexicano extrapolable a cualquier territorio, a escritores y escritoras artistas que deben considerar cuál es su posición como ciudadanos y agentes de memoria social, mediante el uso de estrategias curatoriales de denuncia política.

Sostiene Cristina Rivera Garza que la práctica de la escritura nos confirma que, en la página como en la vida, no hay solistas pero sí acompañamiento.