El marketiniano se convierte en consumidor

!El tercer capítulo del Marketing como análisis médico-forense ya está disponible!: 

Más y más cadáveres empezaron a llegar. El forense y el marketiniano estaban a punto del colapso. Tanto trabajo estaba dejando mella en el rostro de ambos. El color morado teñía sus ojeras y el aroma a café impregnaba la sala. Sin embargo, a diferencia del forense, el marketiniano no perdía su buen humor. Resultaba curioso que en épocas de poco trabajo el marketiniano presentará un humor insoportable, mientras que en épocas de trabajo ininterrumpido resultara encantador.
El forense no daba crédito a la velocidad e intensidad a la que el marketiniano trabajaba. Era como si la vida le fuese en ello.
Tantos casos en un período tan breve de tiempo en una misma ciudad, también mantenía a la policia atareada. Todos los mandos policiales, por orden del superior de las distintas comisarías de la ciudad, habían dejado de lado los casos en los que trabajan para ceñirse única y exclusivamente a la investigación de todas estas muertes recientes a manos de un asesino en serie. ¿Pero, que unía a todos estos jóvenes? ¿Cuál era razón por la que el asesino les daba muerte?. El modus operandi era claro. El asesino atacaba a sus victimas en los alrededores del gran centro comercial. Valiéndose de la oscuridad que al atardecer la zona ofrecía y de la asiduidad con la que los jóvenes acudían al centro comercial, el asesino les sorprendía rasgando sus gargantas con un bisturí.
Ya habían sido investigados todos los miembros del hospital, que tienen acceso a los bisturís, sin embargo no se encontraron indicios de una posible implicación por parte de ninguno de ellos. También, se investigo a todas aquellas personas que habían tenido que visitar, ingresar o acompañar a algún enfermo al hospital durante el último mes. Pero tampoco resultó. Antiguos médicos, enfermeras retiradas,…. fueron los siguientes en ser visitados por la policia.
 
Nadie reparó en la clínica forense. Los policías no tuvieron en cuenta esta posibilidad por la cercanía y estrecha relación que mantenían, tanto con el forense como con el marketiniano. Pero las alternativas se agotaban hasta que las posibilidades se redujeron a una sola. El asesino trabajaba como forense. Por lo que, el asesino trabajaba dando explicación a las muertes que él mismo cometía. Resultaba absurdo.

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El marketiniano se convierte en consumidor