Si en “Believe I’m/it’s fake, I Believe I’m/it’s for Real” Johanna Gustafsson Fürst utilizaba una tienda de campaña negra traslúcida, un megáfono negro y un discurso para mostrar una especie de materialidad de la democracia, “Festa konspirazioa” tiene una voluntad idéntica de hacer énfasis en lo político y en lo colectivo.
Pero sobre todo, “Festa konspirazioa” tiene puntos en común con el trabajo de Gustafsson en colaboración con Lisa Torell (“Outlined Clearly/Clean Out”) donde, más allá de las referencias explícitas a la política, se acentúa la relación con el otro y el carácter performativo. En la medida en que la ideología reside en nosotros, lo colectivo debe producirse no sólo a nivel textual sino también reconstruirse afectivamente mediante la disposición de los cuerpos en el espacio.
Debido a que los afectos alegres disparan la potencialidad, “Festa konspirazioa” adopta la celebración como actitud. En este sentido, “Festa konspirazioa” tiene en las fiestas populares un referente inmediato, ya que éstas hacen uso del rito para renovar los votos entre una comunidad determinada mediante la celebración. Las fiestas populares son una fuerte conexión con una tradición, con unas raíces, pero al mismo tiempo también son un elemento construido desde el presente y en constante mutación. En ellas, el folklore, las costumbres y la historia son actualizadas e incluso deformadas en pro de una narración del pasado que condiciona nuestros modos de hacer mediante la acción y la omisión, desde la memoria o el olvido.
Por este motivo la primera fase de “Festa konspirazioa” ha consistido en tomar contacto con una serie de personas involucradas en las fiestas de Bilbao y otros que han dado una visión contrastada sobre otras fiestas populares del País Vasco y aledaños. A lo largo de este período de una semana se han examinado elementos formales, simbólicos y organizativos de diversas tradiciones que aúnan lo colectivo y la celebración. En una segunda fase, se propone un encuentro en el cual rescatar y representar algunos rasgos de ese trabajo de campo en un ambiente tan festivo como reflexivo.
Sin embargo, donde Gustafsson Fürst hace uso de un megáfono, “Festa konspirazioa” se decanta por una estrategia inversa. Debido a la constante tergiversación y apropiación de los discursos, aquello que nos une es demasiado frágil para decirse en voz alta. Por eso será apenas será un susurro en la acogedora penumbra del sótano de Consonni.
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