Carta descreida de fin de año

Esta es ese típico y absurdo alegato que cada fin de año algún idiota o alguna incauta se dedica a hacer. Una especia de oda falseada a la esperanza o más bien un contrato de asociacionismo con el destino en el que se expresan derechos que nadie otorgará y obligaciones que se esfumarán a los segundos y sino en los sudores de cada día.

Si consonni se corporizase y tuviera una mano con dedos que poder teclear probablemete prometería dejar de ser flacucha y prometería dejar de confianzar en el maldito lobo feroz o por lo menos dejaría de verlo, de inventarlo. Igual se haría más guapa, se pintaría las uñas de rojo aunque siempre habría una amiga que le diría que eso es más de verano.

Se dejaría de discursos obtusos y frívolos al mismo tiempo, permitiría redondear sus puntas de estrella, miraría al otro lado y obligaría a su propia madre a darse de alta en autónomos para darle los buenos días. Optaría por ser binaria en vez de dual y se dejaría de idioteces a las que nadie sonríe.

Probablemente, pero parece que no, que consonni no toma forma ni de mujer ni de hombre ni intersexual, transexual o cualquier posibilidad todavía no experimentada. Parece que sigue en su inmaterialidad, aferrada a ella cuando ya el capitalismo no necesita del objeto para hacer fetiches. Parece que nadie le ha dicho que ahora la cultura de imperio cotiza al alza las expereincias y los deseos. pero bueno, ella, ello o lo que narices sea se empeña en los saltos y hasta en las volteras. se empeña en camuflarse, en jugar a pintar la pared de rosa para pasar desapercibida o en gritar cuando tiene los pies frios. hasta cuando? veremos...

y feliz año? pues quizá, por qué no desearlo al menos... que este año tenemos un deshumificador y además mujer o no, conosnni se hará diocesana y seguirá reivindicando la palbra arte aunque le sangren los nudillos de aporrear el bombo.

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Carta descreida de fin de año
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