«Necesitaba reivindicar a esa escritora desordenada y hasta sucia, pero que en ese desorden y en esa suciedad consigue que haya una belleza, una fuerza y una pasión. […] Se me hace curioso que con veintitrés años escribiera esto, pero me sentía bien porque veía que la novela funcionaba. Es la más diferente de cuantas he escrito y, a la vez, es la más Alaine Agirre. Con ninguna otra novela he estado tan conectada con lo que soy, no como persona, sino en esencia».