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Dentro de los estudios literarios hemos concebido la escritura y el escritor al margen de los condicionantes materiales, y dentro de ellos, al margen de su salud.
La plaga blanca
Plaga porque se contagia como una peste. Tanto, de hecho, que se aísla a las personas enfermas, se las destierra y se las condena al ostracismo. Y en ese confinamiento, los enfermos se marchitan y empalidecen (de ahí que la epidemia reciba el calificativo de «blanca»).Un aclamado debut literario, publicado originalmente en catalán, de Ada Klein Fortuny, autora tras un seudónimo, una doctora experta en enfermedades infecciosas. Rebuscando en los libros de correspondencia y en documentos privados de estos escritores admirados y leyéndolos, a la autora le sobreviene la duda: ¿qué va antes, la enfermedad o la persona? La enfermedad define a la persona, pero el carácter de la persona define el curso de la enfermedad. ¿Es posible separar una cosa de la otra? Ante la misma desgracia, ¿estamos predispuestos a afrontarla de uno u otro modo? Con el espíritu combativo y alegre de Salvat ¿se lleva mejor la derrota? Y, por el contrario, con una personalidad como la de Kafka ¿asumimos la pérdida como lo que nos corresponde? Si Éluard hubiera sido distinto, menos egoísta, ¿habría vivido menos tiempo?Nunca lo sabremos, pero Klein Fortuny tiene una teoría. Empecemos.